Valencia Roja by Ana Martínez Muñoz

Valencia Roja by Ana Martínez Muñoz

autor:Ana Martínez Muñoz
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2023-03-28T08:03:58+00:00


Capítulo 57

Fran Puentes va concentrado en la carretera mientras Nela mira por la ventanilla cómo van dejando atrás la infinitud de las llanuras manchegas. Al salir de Valencia, el oficial ha tratado de ofrecerle conversación y algo de entretenimiento, pero las respuestas telegráficas y monosilábicas de su jefa le han dejado claro que su cháchara no estaba siendo bien recibida y que tocaba conducir en silencio.

Ella se revuelve en el asiento del copiloto sin terminar de encontrar la postura. Tiene el cuerpo tan tenso que hasta ha empezado a sentir calambres en las piernas. Intenta convencerse de que solo es un viaje de trabajo, que está cumpliendo con la responsabilidad que el puesto requiere. Sin embargo, su cuerpo se rebela. Y, aunque intenta mantener el tipo, su rictus acibarado la delata.

Acaban de sobrepasar un cartel que desde el margen de la autovía anuncia que les quedan 187 kilómetros para llegar a la capital. Puentes comienza a estar cansado del silencio que se ha instaurado entre ellos y se ve incapaz de soportar otra hora y media de ese mutismo incómodo. Se amasa la barba y mira de reojo a su jefa, que sigue con la vista fija en la ventanilla. Busca las palabras que aligeren el ambiente tenso que los envuelve.

—No quiero meterme donde no me llaman, pero… ¿Qué tal está tu madre?

Ella exhala un suspiro y aprieta los dientes antes de contestar.

—Bien, gracias por interesarte.

—Es que vaya sustos nos dan los abuelos. Ahora nos toca a nosotros cuidarlos, que ellos ya han hecho bastante. Me alegro de que haya ido bien —continúa él en un ataque verborreico tras el largo periodo de enmudecimiento, incapaz de callarse—. Pero, claro, es normal que estés preocupada, porque al hacerse mayores se vuelven como niños y hay que estar más pendientes…

—La vida es un asco, Puentes—lo interrumpe Nela con un hilo de voz.

—Pero tu madre está bien, ¿no? No entiendo…

—Volví a Valencia huyendo de mi marido.

Puentes la mira sin comprender. Le ha pillado fuera de juego la confesión de su jefa, cuya vida personal apenas conoce. Nela respira profundamente y, por primera vez, se atreve a decir en voz alta lo que tantas veces ha tratado de bloquear en su mente.

—Por malos tratos —aclara.

Él tarda unos segundos en reaccionar.

—Vaya… Siento mucho que hayas pasado por algo así, pero… no me encaja, la verdad es que no me lo hubiera imaginado nunca. No pareces una…, bueno —titubea tratando de enmendar su error—, quiero decir que no es lo que me viene a la mente si pienso en…

—¿En qué? ¿En una mujer maltratada?

Puentes clava la vista en la carretera y rehúye la mirada que Nela le clava.

—Porque soy policía, ¿no?

Él se arrepiente al instante de lo que ha dicho. Incapaz de encontrar las palabras adecuadas, permanece en silencio aferrado al volante.

—Mira, estas cosas no empiezan con un bofetón —continúa ella—. Si fuera así, ninguna mujer estaría con un maltratador. Al revés, al principio todo es muy bonito. Te enamoras de un hombre encantador e inteligente que te hace sentir única y maravillosa.



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